Binibéquer es como el pueblo de los pitufos, si los pitufos fueran pescadores.
El blanco inunda todo. Las paredes y techos de las casas, los muros, las calles... hasta hemos visto una rueda blanca!!
Las casas son bajitas y con jardines generosos, cercado por muros bajitos que permiten a los visitantes disfrutar del espectáculo. Todas tienen un nombre en la entrada, que siempre empieza por Bini. Bini Benti, Bini Olós, Bini Maria... Creímos oir una conversación entre nativos en los que a cada sustantivo le precedía un bini. No lo pudimos contrastar porque al verse observados por foráneos, volvieron al mallorquín estándar.
Hay que estudiar este pueblo. Creo que son una sociedad secreta, con su propio lenguaje y normas de convivencia. Parecían felices, confiados, ajenos a la vida moderna que sucede a pocos kilómetros de su colina.
Si un día volvemos a Menorca, buscaremos alojamiento entre los binihabitantes, a ver si descubrimos su secreto.
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