Hoy he andado por la carretera que nos lleva a Palma.
El trayecto ha sido más entretenido de lo que esperaba. Por lo pronto, lo más curioso que he encontrado son estas llaves. Si yo fuera un personaje de una novela de Paul Auster, las hubiera cogido, porque seguro que abren la puerta que encontré en Barcelona este septiembre (ver aquí).
Como soy una sosa y el alambre de espino oxidado me da mal rollo (y la antitetánica más), las he dejado en su sitio. Si alguien busca el amor, que me venga a ver y le hago un mapa para las llaves y para el mapa.
Mañana más descubrimientos inquietantes...
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